Las bandas rodean Neuquén, la vida de "El Seba"

7 oct 2013

Son más de veinte las bandas referentes en los barrios. Se les suman otras pequeñas, que trabajan en conjunto. Enfrentamientos y disputas entre ellos.

Por Carlos López (carloslopez@rionegro.com.ar) y Jorge Gadano (jagadano@yahoo.com.ar)
 

Numerosas bandas delictivas se disputan territorios en el conurbano neuquino. Las causas de los conflictos van desde drogas y armas hasta protagonismo y prestigio. Las balaceras, los enfrentamientos con la policía y las muertes son frecuentes. Una gran número de menores son empleados por mayores, para hacer trabajos de ajustes de cuentas y transporte de drogas.

En los barrios del oeste, no falta quienes critican el accionar policial, por los abusos de autoridad que cometerían los efectivos y por su aparente complicidad con narcotraficantes. Admiten que en algunos sectores, las patrullas de la fuerza pública no pueden entrar por encontrarse en inferioridad respecto al poder de fuego de las bandas.

Los políticos no desconocen la situación. Algunas personas reconocieron saber que muchos de ellos trabajan con punteros relacionados a las bandas. Otros dijeron que, durante la última campaña de elecciones primarias, trabajaron en favor de los partidos con la esperanza de conseguir un puesto laboral. Se sienten excluidos sociales, y aceptan ese modo de vivir.

Las bandas no son siempre totalmente rechazadas por los vecinos del barrio que dominan. Sirven como mecanismo de seguridad para que las de otros territorios no ataquen allí. Incluso, regulan que los mismos vecinos, generalmente menores que aún no absorbieron los códigos de convivencia de los mayores, roben en su lugar.

En mayo de este año, el fiscal Maximiliano Breide Obeid inició de oficio una investigación sobre dos bandas en particular: Los Champú y Los Mendocinos. Ambas son de Cuenca XV, pero comercializan drogas desde Balsa Las Perlas, hasta el centro de la ciudad. Si bien son las más mediáticas, existen otras de igual magnitud. Como Los Caciques, en Villa Ceferino; Los Chilenos, en Toma Norte; Los Hueveros, en Belén; Los Bolsitas y Los Orejones, en Melipal; Los CC, la Banda del Rafa y Los Campos, junto a otras tres, en San Lorenzo; Los Claudios, en Atahualpa I; Los Bin Laden, en Toma La Familia; y otras en Gregorio Álvarez, Hipódromo y Gran Neuquén.

La situación, desde adentro

"El Seba" es un hombre de casi 30 años, vive en monobloques de uno de los barrios del oeste –transitoriamente– y, por experiencia, es un ávido conocedor del funcionamiento de las bandas y la delincuencia. Pero quiere "otro estilo de vida, una vida más light, sin volar tanto". Desea "rescatar una guita piola" e irse a vivir a otro lugar, porque "sin ser careta, no está bueno el barrio, siempre hay cachengue (lío)".

Desde chico, siempre compartió su vida con integrantes de las bandas mencionadas. Estuvo un tiempo preso en comisaría y tiene numerosos impactos de bala. Es difícil encontrarlo, por problemas personales no anda mucho de día en la calle. En el departamento donde vive actualmente, si no se mencionan insistentemente las contraseñas, negarán su existencia y, luego, su estadía allí.

El Seba entiende que la inseguridad en los barrios es una confluencia de muchos factores, entre los que destaca el de los narcotraficantes. Estos distribuyen drogas a los "transas" para que la vendan en su entorno en pequeñas cantidades. Principalmente, se consumen pastillas –comprimidos de venta recetada en farmacias– y cocaína . En menor medida, marihuana, paco y pegamento. Siempre acompañados de alcohol y falta de control.

Para él, habría casos connivencia de los "transas" con la policía. "Los vigilantes saben, los protegen", dijo el entrevistado. Duda de muchos procedimientos policiales. Explicó que muchas veces, como la policía saben quién tiene, vende o consume, lo detiene en la calle o "le revientan la puerta" y entran a la casa, les extraen la droga y se retiran rápidamente. Nadie les pide declaración, ni es abierta una causa, tampoco se encuentra información de lo secuestrado.

Las bandas y los menores

Los líderes de las bandas utilizan a los menores, introduciéndolos en un estilo de vida, que les condiciona su futuro. "Los usan a los pibitos. Si sos mayor y no querés ir en cana, tenés que mandar a los menores –que son legalmente inimputables– para boletear o ajustar cuentas. Hasta para mulear (distribuir droga), los usan. Les arruinan la vida. Les pagan con drogas, nada más", explicó El Seba.

Así es como comenzaron a gestarse bandas delictivas de chicos entre once y trece, liderados por otro de pocos años más. Dijo el entrevistado que se trata de "la misma vagancia que los grandes. Son lauchas, van a lo poco. Los pibes grandes meten caño y buscan plata copada. Se desviven por una bicicleta o una moto, aprietan a alguien buscando plata chica y, si no pueden, revientan una casa".
También testificó que, como el resto, están armados todo el tiempo. "las armas las conseguís al toque. Hay movida de pistolas, revólveres, escopeta, hasta granaditas, lo que quieras", dijo. Según él, en el video que circuló en mayo de este año, donde adolescentes exhibían armas y amenazaban de muerte a sus enemigos, "no se vio nada, apenas una itaca y una 9 milímetros. No sabés las maquinotas que tienen realmente".

Las mujeres jóvenes no están al margen de esta situación. También conforman pequeños grupos, que trabajan mancomunadamente con los de los hombres. Ellas "son las rochas (chorras) del barrio, ranchan con los pibes, están requemadas y eso que tienen hijos", dijo El Seba.

Los Mendocinos y Los Champú

Con la desarticulación de la banda de Los Montecinos, otras bandas ganaron mayor protagonismo. Los Mendocinos, liderados por "el viejo Juan Carlos", fueron unos los que aprovecharon esta situación. "Son violines (abusadores), traficantes, fiolos y vendedores. Ellos traen su berretín desde Las Heras. Desde Mendoza vienen todos los problemas jodidos", dijo el entrevistado.

Otra banda que aumentó su poderío fueron Los Champú. El Seba ve que si este grupo "te tiene que matar, te matan, te hacen pelota. Son kamikazes, no les importa nada, si se mueren, se mueren".
El conflicto de estas banda con la policía está latente. Las consecuencias las sufren los barrios. Cuando comienza la búsqueda intensiva de un integrante de estos grupos, muchos jóvenes "los agarra la brigada y los revienta a palos. Les ponen bolsas en la cabeza y los verduguean, hasta que comprueban que no sos de la banda", dijo el entrevistado.

La tensión en el oeste neuquino es permanente. "Si te hacés el loco o tirás un tiro, corré, negro. Porque te va a recagar a corchazos la gorra o los pibes. Y ahí cobra cualquier inocente", finalizó El Seba, quien "por seguridad personal" siempre está armado.

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Libertador: el Loco de Collón Curá

7 ene 2013

Me pareció interesante subir a este blog la historia de Libertador, escrita por el diario Rio Negro. .

No. No es médico. Tampoco murió toda su familia en ese lugar. No. Simplemente, quiere estar solo. El resto es leyenda de 77 mil usuarios de Facebook y otros medios.

El amor por la soledad: una concepción que, tal vez, la sociedad actual no comprenda, debido al ritmo de vida y los gustos del siglo XXI.


Por Rodolfo Chávez (rchavez@rionegro.com.ar) - Nota original, aquí.

La leyenda le gana a la realidad. Y crece en las redes.El personaje de la Ruta 237 sólo quería "estar solo".

Una buena historia puede devorarse a la realidad. Sólo basta una argumentación sólida, cierta dosis de intriga y, si es posible, alguna muerte fatal. Habrá entonces mucha voces que la repitan. Pero además de las voces están ahora las redes sociales, que son voces y también medios.

La máxima de la buena historia (que no tiene por qué ser cierta y ahí se da de narices con el periodismo) le toca a Libertador Argentino Araneda, de 62 años, a quien las voces y las redes le adjudicaron el título de médico.

Libertador está ajeno a todo, y a la leyenda, su leyenda, que, como decíamos, se extiende por las redes sociales. Y más allá.

Le dicen 'el médico del kilómetro 1508 de la Ruta 237' (entre Piedra del Águila y Alicura) pues se cree que hace un cuarto de siglo en ese lugar perdió a su familia en un accidente de tránsito. Y él iba al volante. Entonces mutó en ermitaño, solo entre chapas y requechos casi colgado de un precipicio en la bajada de Collón Cura.

Es este hombre una aparición en medio de la nada. Una sombra que vive de lo que le tiran camioneros y automovilistas o gente que llega hasta allí sólo por solidaridad. O simples curiosos, casi siempre solidarios.

El 11 de septiembre de 2001 (¿hay alguna catástrofe más promocionada que la de aquella fecha?), Río Negro estuvo con Libertador Argentino y allí el hombre reveló que no es médico, que no perdió a su familia y que no cumple penitencia alguna.

"Tenía ganas de estar solo", dijo, casi como aquel personaje de Hollywood, que corría y corría con una multitud detrás y con medios que le daban connotaciones a aquel trote imposible de Forrest Gump. Hay algo de ese personaje inolvidable en esta historia patagónica.

Lo que pasó es simple. Un buen día Libertador, que nació en Bariloche, decidió estar solo y eligió ese rincón imposible para vivir. Y allí se quedó, y ahí vive juntando restos y bebiendo el agua de una vertiente, con viandas de colectivos y comida que le llegan desde arriba, de la ruta misma.

La historia que ya fue escrita en 2001 fue devorada por la leyenda, también relatada el 23 de septiembre de aquel año, tan increíble como las historias más increíbles. Pero a pesar de la realidad, el accidente fatal, la muerte, la pena infinita del hombre que desde entonces es una sombra puede más y se expande y crece en lugares inimaginables.

Lo ignora Libertador, barbudo y teñido por el humo de su casilla de chapas, y restos de autos y camiones que chocaron o se rompieron en ese enmarañado tramo de curvas y contracurvas. No sabe ni podría imaginar que ya es leyenda. Sólo quería estar solo.

De curdos y poco cuerdos: Chechén, la fumadora, Carina y el Manco.

4 dic 2012

Porque Neuquén también es un ‘Springfield', aquí va un homenaje a aquellos locos populares de nuestra ciudad. Aquellos a los que conocen todos, pero nadie los conoce verdaderamente.

Aclaración: esta nota no persigue fines estrictamente periodísticos.

Chechén (su paralelo)

¿Quién, una mañana, no tuvo que hacer un trámite bancario o un mediodia comprar el almuerzo cerca de la diagonal Alvear y no escuchó los gritos del inconfundible Chechén? Pocos no son testigos auditivos de la voz ronca ininteligible, que es uno de sus tantos sellos personales.

Suele cantarle las cuarenta a más de una señora que pasa a su lado o a quienes que, con poca diplomacia, le piden que se mueva de su casa o local.

Siempre recostado sobre una pared, usa como sombrero una bolsa amarilla de Topsy y como copa para su vino (preferentemente Tocornal) la punta de una botella plástica recortada. Suele acompañar el menú con bizcochitos 9 de Oro, que humedece en el néctar de uvas, como un niño que moja su gallettita de chocolate en su leche con cacao.

A veces, se lo ve sobrio, y es en la misa vespertina de los domingos de la Catedral.

DeVidas Historias se acercó a este personaje, reproducimos la entrevista:

DVH: Chechén, ¿Cómo anda? ¿Puedo escribir su historia?
C: Vino.
DVH: ¿Quién vino?
C: Quiero vino.
DVH: Pero…
C: No nada sino.
DVH: No vino no te voy a dar.
 
(…)
 
DVH: Tomá.
C: Una foto, nada más. ¿Te pensás que el Che Guevara fue a sacar fotos a Cuba? No, fue a hacer la revolución. Mirá lo que hago, yo hago la revolución acá. El Che, el más…
DVH: Ok. La foto.

Luego de la profunda y reflexiva conversación mantenida este fue el producto.

Nuestro amigo, el gran Chechén, en su pose más sexy, exclusivamente para DeVidas Historias

La vieja fumadora (Su paralelo)

Flaca, alta y de pelos cortos y canosos. Siempre vestía un camisón, preferentemente azul, que usualmente lo usaba incorrectamente, por eso solía dejar a la vista algunas partes íntimas. 

Como lo indica su nombre, esta señora era conocida porque fumaba constantemente, un pucho detrás de otro. Si te veía pasar con un cigarrillo te pedía que le convides, sino se las arreglaba para conseguirlo en algún kiosco de manera gratuita.

Otra particularidad la destacaba, orinaba cualquier lugar y siempre caminaba por la calle, casi apoyándose sobre los autos estacionados, recta, mirando el piso, su mano derecha sobre el codo de su mano izquierda y entre sus dedos mayor e índice: el omnipresente cigarrillo.

Estaba loca, si. O eso era lo que indicaban los médicos de Salud Mental del Castro Rendón, lugar en el que vivió durante años. Las malas lenguas de la Ciudad aseguran que no siempre no estuvo cuerda, sino que los sobrinos la internaron en el hospital y ahí derrapó. 

¿Por qué un familiar haría eso? Aparentemente era la dueña de numerosas propiedades céntricas de Neuquén y algunos quisieron acelerar la herencia.


Carina (su paralelo)

Las tardes neuquinas presentan al centro comercial de la ciudad bastante concurrido. Estoy hablando del espacio que se encuentra entre las calles Tierra del Fuego – Leguizamón y Sarmiento/Mitre – Ruta 22, más conocido como 'el bajo'. En ese sector los vecinos sueles sufrir una desgracia: ser las víctimas de Carina, la tenebrosa vendendora de bolsas.

Ella junto a los muchachos de La Moto son los vendedores ambulantes más reconocidos de este lugar. De estatura media, contextura un poco ancha y ojos al mejor estilo Néstor, Carina arrincona a sus potenciales compradores contra las vidrieras y no los deja en paz. 

Existen dos caminos para los vecinos: aceptás comprar para que deje de seguirte y gritarte o hacés que no la escuchás y apurás el paso, a riesgo de que ella te culpe en voz más que alta de que la golpeste o la acosaste sexualmente.

Testigos aseguran que no siempre se dedicó al rubro de las bolsas, otros prefieren ir más allá y aseverar que es mentira que no le sube agua al tanque, que en verdad tiene esposo y dos hijos y que solo actúa para ganarse el sustento diario.


El Manco (su paralelo)

A diferencia de estos otros personajes de avanzada edad, El Manco fue un jóven. 

También, conocido como 'Muñón', debido a la carencia de su mano izquierda. Misteriosamente, en el barrio Jardines del Rey, donde vivía, aseguran que, a pesar de su faltante, manejaba una moto. Incluso, solía conducirla a elevadas velocidades.

El Manco era conocido porque siempre se encontraba en lugares céntricos de esta Ciudad: en la Municipalidad, en Plaza Roca, en Plaza Güemes o en la feria de los artesanos. Pero por sobre todo, por estar constantemente bajo una actitud sospechosa. Solía hacer preguntas, en voz baja, como “¿Loco, tenés algo para la mente?”, “¿Vieja, algo para alegrar el día?”, “¿Algo para sacarse la careta?” o, directamente, "¿Fasito...?

Seguramente, el problema no era su aparente adicción a la marihuana en si, sino, como muchos jóvenes neuquinos aseguran era informante, botón, soplón, ortiva, orejero, cipayo, carnero, vigía de la policia. Recolectaba datos y avisaba quien poseía o quien distribuía o quien vendía.

El Manco no siempre vivió en Neuquén Capital. Algunas fuentes coinciden que antes vivía en Allen y luego en Cipolletti. Pasó por aquí y al tiempo desapareció, seguramente por las complicaciones que traía que se descubriera su labor.

Apelando al loco ingenio detectivesco que me caracteriza, El Manco debe estar observando a los muchachos de Plottier o Senillosa. De todas formas, los principales misterios nunca pudieron resolverse: ¿Cómo había perdido su mano? ¿Era pariente de Perón?







El Loco Bohemio, La historia de Topo

3 dic 2012

Nota original publicada por Líricas del Barrio, aquí.

Fabian “El Topo” Mena, un habitante sigiloso de la ciudad donde confluyen los ríos  Un poeta chamuyero y atrevido por vocación. El Loco bohemio, como se auto denomina en la tapa de sus producciones escritas, un personaje que ha pasado por mas de una difícil de ser contada y, escrituras y porro mediante, sabido seguir en ruedo.

Fabián Mena vive hace  23 años en el barrio Mudon (desde su creación), al noroeste de la ciudad. Barrio que, aunque ya hace casi un lustro fue despojado de sus calles de tierras en pos del desarrollista asfalto, sigue manteniendo su estirpe. Rodeado de bardas, villas y mucho futbol, El topo comenzó a escribir poesía, pateando la calle, arrimándose a la esquina, sirviéndose un trago, haciendo reír a los pibes.

Hace 35 años que salió del vientre de su madre, allá por las costas porteñas, y hace 15 se le diagnosticó la esclerosis múltiple, enfermedad silenciosa, progresiva e inevitable. Hace poco menos de tres, está en silla de ruedas. Tres últimos años en los que sus ediciones impresas se cuantificaron.

¿Cuántas publicaciones tenés Topo?

Eh, cinco. “Verdades, mentiras, juegos de amor y algo mas”, “Ojala nos hablemos” y “Dialoguemos sin palabras” Volumen I, Volumen II y Volumen III, como los discos de Pappo (risas). Hace dos semanas salió “Amanecer”. Son todos libritos cortitos de poesías mías, todo propio. ¿Sabés qué es lo peor de todo? Que no tengo ninguno. Me tendría que haber guardad alguno. La otra vez, vinieron a hacerme una nota de Canal 8 y no tenia ningún libro para mostrarles.

¿De qué trata tu poesía?

Hablo de amor, pero no amor como habla Arjona, que dice que la vecina de en frente se hacia la buena pero le pinchaba las pelotas y se las tiraba al baldío. Yo hablo de amor, pero no le hablo a amores míos o pasados, le hablo a la mujer que no conozco. Además, hablo del amor que hay en un paisaje, en una estación del año, en un día o en una noche. Lo que veo a mi alrededor, ¿entendés?. Yo qué te puedo decir a vos, no te puedo decir nada, a lo sumo puedo pedirte un cigarrillo. ¿Y a que más le escribo? Le escribo a la virginidad…estoy esperando a la mujer que me desvirgue. (Risas)

¿Estudiaste letras, hiciste algún taller de poesía?

No. Cuando me preguntan “¿que estudios tenés?”, yo les digo que fui a la mejor universidad de todas: la calle. Ahora, estoy haciendo pasantias. No creo que exista un formula que te diga cómo tenés que escribir. Eso es libre, yo puedo expresarme desde mi experiencia personal, que es lo que considero la principal vía de conocimiento del hombre. Despues, vienen las otras cosas.


"Primavera" por Fabian Mena, en una de las paredes del barrio.
¿Cómo haces una presentación?

Este último tiempo hice muchas en Domingo Terciopelo. Aprovecho para mandarle un saludo a un excompañero del secundario, El Rulo, quien me invitó. Y bueno, con respecto a tu pregunta, mi idea no es hacer 'la típica' o ponerme a leer lo que esta escrito. Yo, simplemente, lo expreso de otra manera, nunca digo lo que ya está, voy modificando, improviso. Básicamente lo que me sale en el momento.

¿Cómo es el día a día del Topo?

Justamente, es un día a día. Aprendí que hay que vivir en el presente. Pensando que cada día es el último. No hay que vivir en el pasado, porque, obviamente, ya pasó y tampoco hay que vivir pensando en el futuro, porque todavía no ha llegado. Por eso vivo el ahora. Paseo en el barrio, me tomo un cole y me voy al centro o, cada tanto, participo de la feria de artesanos donde vendo mis publicaciones.

¿Que posición tenés frente al consumo de drogas o alcohol?
Ahora, por ejemplo, no puedo tomar mas, por el tema de la enfermedad. Fumo marihuana y creo que me ayuda mucho. Me alimento mucho de eso, tanto para escribir como para diferentes momentos de mi vida cotidiana. Aparte, el faso propone un espacio de socialización de excelencia. Eso si, cuando se apaga: chau socialización, chau todo.

Bueno Topo muchas gracias. ¿Algo mas que quieras decir?

Como dijo un grande, a quien le mando un saludo: “Gracias totales”

De terror: la Torre de Talero, el Tetué y otras yerbas

31 oct 2012


Halloween no es motivo de fiesta en la cultura neuquina, pero que tenemos nuestras historias oscuras nadie lo puede negar. De espíritus que habitan un compartimento del lugar hasta bichos raros que aparecen en la penumbra de la noche. Historias únicas o repetidas, que se escuchan en cualquier ciudad y solo varían los nombres.

TORRE DE TALERO

Las escaleras donde la dama se ahorcó
Eduardo Talero fue un poeta proveniente de Colombia. Llegó exiliado de aquel país, a raíz de una persecución ideológica. Vivió mucho tiempo en Buenos Aires, pero llegó a la región y se enamoró de sus paisajes. Se desempeñó como Jefe de policía durante la gobernación de Eduardo Elordi, pero renunció ante los hechos de la 'Matanza de Zainuco'.

Pero lo que más importa es lo que dejó en la región. Para encontrar a las musas inspiradoras de su poesía, construyó una importante casa en las lejanías de la ciudad (hoy, cerca de la nueva terminal), en la estancia 'La Zagala'. Sobre ella erigió una torre, con vistas al río Limay, donde subía todos los atardeceres.

Allí, convivía con su amante. Un día, Talero volvió a la ciudad porteña para nunca más regresar. Su amada lo espero. Lo siguió esperando hasta, pero se cansó y se ahorcó en las escaleras que suben a la torre. Hoy, lo sigue esperando su espíritu, mejor conocido como “la dama de blanco”.

Cerca de allí, se encontraba el puesto 4 del Cuartel militar neuquino. Muchos conscriptos aseguran que vieron pasar levitando entre los árboles a la dama penando, especialmente los días de lluvia.

Como la casa de Talero fue declarada patrimonio municipal, se le asignó una guardia policial constante. Los vigilantes aseguran que se escuchan llantos y pasos que bajan las escaleras. Muchos visitantes han sufrido el saludo de la dama: mientras subís las escaleras a la torre, una caricia helada te recorre la espalda, desde la columna vertebral hasta la cabeza.


LA CASA DEL FUEGO

La casa se ubica en Gatica al 700. Es como cualquier otra, pero con la particularidad que se incendia… sola. Comienza con pequeños focos de fuego en distintos sectores de la vivienda. Arden inclusos objetos mojados.

El equipo de bomberos de Neuquén arribó a exterminar con el fuego en reiteradas ocaciones. Luego de que el caso saliera en los medios locales y nacionales, se niegan volver a ir. “Las paredes parecen un lanzallamas”, contó telefónicamente uno de ellos.

El amigo fantasma acomete sin anestesía, no avisa cuando larga la chispa. Hoy es una linda noche para pasar a golpear las manos.

EL TETUÉ

Un jóven asegura haber capturado a Tetué
Cuenta el mito urbano que una mujer embarazada junto a su marido, apodado ‘El Tetué’, fueron de vacaciones a un lugar inhóspito de la cordillera

En un paseo nocturno, el hombre se desvaneció y misteriosamente murió. La mujer, al gritar y no encontrar socorro, enloqueció. Corrió durante horas en círculos alrededor del cadáver, gritando su nombre. Finalmente, se desvaneció y cayó sin vida al lado de su amor.

Ya muerta, la mujer parió con ayuda de conjuros de una machi mapuche, que apareció en la penumbra de la noche. De su vientre, emanó una particular criatura con cuerpo de pájaro gigante y rostro de bebé avejentado.

Hoy, el moustro, también llamado ‘Tetué’, visita a quienes lo llaman. Se comenta que solo basta esperar a las doce de la noche, prender una vela, sostenerla con la mano derecha, mirar un espejo y mencionar tres veces su nombre.

Tetué… tetué…

Hoy, la confitería donde se encontraba la casa
GUARDA DONDE VAS A TOMAR UN FECA

Donde hoy se encuentra la confitería Santino, al lado de la Catedral neuquina, emergía una simple casa de familia. Era propiedad de una profesora y la había adquirido con un bonus que no figuraba en el contrato: un espíritu. 

Los chicos que iban a la casa en busca de clases particulares, pueden atestiguar cómo se movían objetos por si solos y se escuchaban voces de gente no presente. ¿Coincidencia que al lado de un lugar dedicado a Dios, se ofrezca uno a su rival Lucifer?


José Butín: ayer reconocido vecino, hoy una Estrella Amarilla

24 oct 2012

Historia también publicada en diario Río Negro

La historia de José María Butín es particular desde su niñez hasta su lamentable muerte. Arribó a El Chocón en busca de estabilidad económica para su familia y fue un reconocido benefactor social de la ciudad. Su vida acabó en la ruta 22, producto de un accidente automovilístico. Hoy, es uno de los casos paradigmáticos de Estrellas Amarillas de Neuquén.

De Uruguay a Argentina, con un padre sacerdote

José el día del casamiento con María
José nació en Montevideo, Uruguay, en 1946. Por haber sido hijo de Margarita, madre soltera, se lo conoció como Butín diez años después. Quien le dio el apellido fue Raúl, su padre adoptivo, un sacerdote alejado de la actividad ministerial.

La familia se unió y se mudó a Buenos Aires. Su padre, formado como salesiano, le inculcó a José todos los conocimientos sobre arte y literatura. Pero no fue la única educación que tuvo, a los cuatro años Butín ya sabía leer y escribir, tocar el piano, violín, guitarra y acordeón, gracias a su madre que ofició de maestra. Sus conocimientos permitieron que ingresase a la educación secundaria a los diez. Pronto tuvo que abandonar la escuela. La condición económica familiar no era buena y comenzó a trabajar de albañil, acompañando a su padre.

Retomó los estudios a los 22. En el colegio nocturno, conoció a Matilde, hermana de quien sería su futura esposa. Luego de cuatro años de noviazgo, José María se casó con María del Valle Bossian, a los 33. Hasta ese momento, se mantuvo alejado de la Iglesia católica. De hecho, militaba en el Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI).

En busca de estabilidad

Como diácono, una de las caras de José
Butín trabajó en varias empresas: desde transportista de bebidas Quilmes y Pepsi, hasta en una fábrica de alambres de cobre. Cobraba poco y la situación financiera empeoró durante la época del último proceso militar, incluso sufrió la desaparición de algunos compañeros. En ese momento, se le abrió la posibilidad de venir al sur a trabajar, a Sierra Grande, en la mina de Hipasam, y no lo dudó. Residiendo allí, llegaron sus primeros hijos: Rocío (78'), Pablo (79'), Jazmín (84') y Stella (85').

En 1986, se mudó a El Chocón y brindó sus servicios de mantenimiento electro mecánico a la represa, contratado por la ex Hidronor. La iglesia de la Villa no contaba con sacerdotes propios, por lo que José comenzó su trabajo pastoral haciéndose cargo de la capilla, por pedido expreso de Jaime de Nevares (ya conocido en la ciudad por haber sido mediador en el 'Choconazo'). También allí, nacieron sus últimos dos hijos: Maximiliano (89') y Gabriel (90'), quien a los diez le detectaron un cáncer y sufrió tres años de tratamiento oncológico.

Nueva vida en El Chocón

La familia Butín sufrió el menemismo y sus privatizaciones. Por la inestabilidad laboral, optó por aceptar ser parte de una nueva empresa de ingeniería, IMC. Trabajó allí hasta el 2009. Mientras se jubilaba y era ordenado diácono, a su esposa le detectaron cáncer de mama.

Como vecino en El Chocón sus actividades fueron muchas. No solo suplió la falta de curas en la administración de sacramentos, también fue concejal extrapartidario del municipio durante la gestión de José Luis Mazzone (MPN) y fue un trabajador social ad honorem. Su casa fue una sucursal y un depósito de Cáritas, allí también concurrían las personas en busca de trabajo o aquellas que no tenían donde pasar la noche. Colaboró activamente con la cooperadora escolar y con el club Chocón Lauquen.

El final menos esperado


El 10 de octubre de 2010, un choque en la ruta 22, a la altura de ‘Los Pinos’ (a pocos kilómetros de General Roca) terminó con su vida. Un vehículo Astra, que había mordido la banquina, impactó de frente al Senda en el que viajaba en dirección oeste. En el automóvil también se encontraban Rocío, hija de José, junto a su esposo, Claudio Leiva, sus dos hijos, Ian y Uma (diez y dos años), y una sobrina.

José murió al instante, dos días después su yerno y cuatro días luego sus dos nietos. Su hija y su otra nieta sobrevivieron.

Hoy, Rocío, quien contó la historia y compartió las fotos, es miembro de Estrellas Amarillas, agrupación que se encarga de realizar campañas de concientización para evitar que se sigan lamentando más accidentes viales.
 
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