Libertador: el Loco de Collón Curá

7 ene 2013

Me pareció interesante subir a este blog la historia de Libertador, escrita por el diario Rio Negro. .

No. No es médico. Tampoco murió toda su familia en ese lugar. No. Simplemente, quiere estar solo. El resto es leyenda de 77 mil usuarios de Facebook y otros medios.

El amor por la soledad: una concepción que, tal vez, la sociedad actual no comprenda, debido al ritmo de vida y los gustos del siglo XXI.


Por Rodolfo Chávez (rchavez@rionegro.com.ar) - Nota original, aquí.

La leyenda le gana a la realidad. Y crece en las redes.El personaje de la Ruta 237 sólo quería "estar solo".

Una buena historia puede devorarse a la realidad. Sólo basta una argumentación sólida, cierta dosis de intriga y, si es posible, alguna muerte fatal. Habrá entonces mucha voces que la repitan. Pero además de las voces están ahora las redes sociales, que son voces y también medios.

La máxima de la buena historia (que no tiene por qué ser cierta y ahí se da de narices con el periodismo) le toca a Libertador Argentino Araneda, de 62 años, a quien las voces y las redes le adjudicaron el título de médico.

Libertador está ajeno a todo, y a la leyenda, su leyenda, que, como decíamos, se extiende por las redes sociales. Y más allá.

Le dicen 'el médico del kilómetro 1508 de la Ruta 237' (entre Piedra del Águila y Alicura) pues se cree que hace un cuarto de siglo en ese lugar perdió a su familia en un accidente de tránsito. Y él iba al volante. Entonces mutó en ermitaño, solo entre chapas y requechos casi colgado de un precipicio en la bajada de Collón Cura.

Es este hombre una aparición en medio de la nada. Una sombra que vive de lo que le tiran camioneros y automovilistas o gente que llega hasta allí sólo por solidaridad. O simples curiosos, casi siempre solidarios.

El 11 de septiembre de 2001 (¿hay alguna catástrofe más promocionada que la de aquella fecha?), Río Negro estuvo con Libertador Argentino y allí el hombre reveló que no es médico, que no perdió a su familia y que no cumple penitencia alguna.

"Tenía ganas de estar solo", dijo, casi como aquel personaje de Hollywood, que corría y corría con una multitud detrás y con medios que le daban connotaciones a aquel trote imposible de Forrest Gump. Hay algo de ese personaje inolvidable en esta historia patagónica.

Lo que pasó es simple. Un buen día Libertador, que nació en Bariloche, decidió estar solo y eligió ese rincón imposible para vivir. Y allí se quedó, y ahí vive juntando restos y bebiendo el agua de una vertiente, con viandas de colectivos y comida que le llegan desde arriba, de la ruta misma.

La historia que ya fue escrita en 2001 fue devorada por la leyenda, también relatada el 23 de septiembre de aquel año, tan increíble como las historias más increíbles. Pero a pesar de la realidad, el accidente fatal, la muerte, la pena infinita del hombre que desde entonces es una sombra puede más y se expande y crece en lugares inimaginables.

Lo ignora Libertador, barbudo y teñido por el humo de su casilla de chapas, y restos de autos y camiones que chocaron o se rompieron en ese enmarañado tramo de curvas y contracurvas. No sabe ni podría imaginar que ya es leyenda. Sólo quería estar solo.

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