Las bandas rodean Neuquén, la vida de "El Seba"

7 oct 2013

Son más de veinte las bandas referentes en los barrios. Se les suman otras pequeñas, que trabajan en conjunto. Enfrentamientos y disputas entre ellos.

Por Carlos López (carloslopez@rionegro.com.ar) y Jorge Gadano (jagadano@yahoo.com.ar)
 

Numerosas bandas delictivas se disputan territorios en el conurbano neuquino. Las causas de los conflictos van desde drogas y armas hasta protagonismo y prestigio. Las balaceras, los enfrentamientos con la policía y las muertes son frecuentes. Una gran número de menores son empleados por mayores, para hacer trabajos de ajustes de cuentas y transporte de drogas.

En los barrios del oeste, no falta quienes critican el accionar policial, por los abusos de autoridad que cometerían los efectivos y por su aparente complicidad con narcotraficantes. Admiten que en algunos sectores, las patrullas de la fuerza pública no pueden entrar por encontrarse en inferioridad respecto al poder de fuego de las bandas.

Los políticos no desconocen la situación. Algunas personas reconocieron saber que muchos de ellos trabajan con punteros relacionados a las bandas. Otros dijeron que, durante la última campaña de elecciones primarias, trabajaron en favor de los partidos con la esperanza de conseguir un puesto laboral. Se sienten excluidos sociales, y aceptan ese modo de vivir.

Las bandas no son siempre totalmente rechazadas por los vecinos del barrio que dominan. Sirven como mecanismo de seguridad para que las de otros territorios no ataquen allí. Incluso, regulan que los mismos vecinos, generalmente menores que aún no absorbieron los códigos de convivencia de los mayores, roben en su lugar.

En mayo de este año, el fiscal Maximiliano Breide Obeid inició de oficio una investigación sobre dos bandas en particular: Los Champú y Los Mendocinos. Ambas son de Cuenca XV, pero comercializan drogas desde Balsa Las Perlas, hasta el centro de la ciudad. Si bien son las más mediáticas, existen otras de igual magnitud. Como Los Caciques, en Villa Ceferino; Los Chilenos, en Toma Norte; Los Hueveros, en Belén; Los Bolsitas y Los Orejones, en Melipal; Los CC, la Banda del Rafa y Los Campos, junto a otras tres, en San Lorenzo; Los Claudios, en Atahualpa I; Los Bin Laden, en Toma La Familia; y otras en Gregorio Álvarez, Hipódromo y Gran Neuquén.

La situación, desde adentro

"El Seba" es un hombre de casi 30 años, vive en monobloques de uno de los barrios del oeste –transitoriamente– y, por experiencia, es un ávido conocedor del funcionamiento de las bandas y la delincuencia. Pero quiere "otro estilo de vida, una vida más light, sin volar tanto". Desea "rescatar una guita piola" e irse a vivir a otro lugar, porque "sin ser careta, no está bueno el barrio, siempre hay cachengue (lío)".

Desde chico, siempre compartió su vida con integrantes de las bandas mencionadas. Estuvo un tiempo preso en comisaría y tiene numerosos impactos de bala. Es difícil encontrarlo, por problemas personales no anda mucho de día en la calle. En el departamento donde vive actualmente, si no se mencionan insistentemente las contraseñas, negarán su existencia y, luego, su estadía allí.

El Seba entiende que la inseguridad en los barrios es una confluencia de muchos factores, entre los que destaca el de los narcotraficantes. Estos distribuyen drogas a los "transas" para que la vendan en su entorno en pequeñas cantidades. Principalmente, se consumen pastillas –comprimidos de venta recetada en farmacias– y cocaína . En menor medida, marihuana, paco y pegamento. Siempre acompañados de alcohol y falta de control.

Para él, habría casos connivencia de los "transas" con la policía. "Los vigilantes saben, los protegen", dijo el entrevistado. Duda de muchos procedimientos policiales. Explicó que muchas veces, como la policía saben quién tiene, vende o consume, lo detiene en la calle o "le revientan la puerta" y entran a la casa, les extraen la droga y se retiran rápidamente. Nadie les pide declaración, ni es abierta una causa, tampoco se encuentra información de lo secuestrado.

Las bandas y los menores

Los líderes de las bandas utilizan a los menores, introduciéndolos en un estilo de vida, que les condiciona su futuro. "Los usan a los pibitos. Si sos mayor y no querés ir en cana, tenés que mandar a los menores –que son legalmente inimputables– para boletear o ajustar cuentas. Hasta para mulear (distribuir droga), los usan. Les arruinan la vida. Les pagan con drogas, nada más", explicó El Seba.

Así es como comenzaron a gestarse bandas delictivas de chicos entre once y trece, liderados por otro de pocos años más. Dijo el entrevistado que se trata de "la misma vagancia que los grandes. Son lauchas, van a lo poco. Los pibes grandes meten caño y buscan plata copada. Se desviven por una bicicleta o una moto, aprietan a alguien buscando plata chica y, si no pueden, revientan una casa".
También testificó que, como el resto, están armados todo el tiempo. "las armas las conseguís al toque. Hay movida de pistolas, revólveres, escopeta, hasta granaditas, lo que quieras", dijo. Según él, en el video que circuló en mayo de este año, donde adolescentes exhibían armas y amenazaban de muerte a sus enemigos, "no se vio nada, apenas una itaca y una 9 milímetros. No sabés las maquinotas que tienen realmente".

Las mujeres jóvenes no están al margen de esta situación. También conforman pequeños grupos, que trabajan mancomunadamente con los de los hombres. Ellas "son las rochas (chorras) del barrio, ranchan con los pibes, están requemadas y eso que tienen hijos", dijo El Seba.

Los Mendocinos y Los Champú

Con la desarticulación de la banda de Los Montecinos, otras bandas ganaron mayor protagonismo. Los Mendocinos, liderados por "el viejo Juan Carlos", fueron unos los que aprovecharon esta situación. "Son violines (abusadores), traficantes, fiolos y vendedores. Ellos traen su berretín desde Las Heras. Desde Mendoza vienen todos los problemas jodidos", dijo el entrevistado.

Otra banda que aumentó su poderío fueron Los Champú. El Seba ve que si este grupo "te tiene que matar, te matan, te hacen pelota. Son kamikazes, no les importa nada, si se mueren, se mueren".
El conflicto de estas banda con la policía está latente. Las consecuencias las sufren los barrios. Cuando comienza la búsqueda intensiva de un integrante de estos grupos, muchos jóvenes "los agarra la brigada y los revienta a palos. Les ponen bolsas en la cabeza y los verduguean, hasta que comprueban que no sos de la banda", dijo el entrevistado.

La tensión en el oeste neuquino es permanente. "Si te hacés el loco o tirás un tiro, corré, negro. Porque te va a recagar a corchazos la gorra o los pibes. Y ahí cobra cualquier inocente", finalizó El Seba, quien "por seguridad personal" siempre está armado.

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