Aclaración: esta nota no persigue
fines estrictamente periodísticos.
Chechén (su paralelo)
¿Quién, una mañana, no tuvo que
hacer un trámite bancario o un mediodia comprar el almuerzo cerca de la diagonal Alvear y no escuchó los gritos del inconfundible
Chechén? Pocos no son testigos auditivos de la voz ronca
ininteligible, que es uno de sus tantos sellos personales.
Suele cantarle las cuarenta a más de
una señora que pasa a su lado o a quienes que, con poca diplomacia,
le piden que se mueva de su casa o local.
Siempre recostado sobre una pared, usa
como sombrero una bolsa amarilla de Topsy y como copa para su vino
(preferentemente Tocornal) la punta de una botella plástica
recortada. Suele acompañar el menú con bizcochitos 9 de Oro, que
humedece en el néctar de uvas, como un niño que moja su gallettita
de chocolate en su leche con cacao.
A veces, se lo ve sobrio, y es en la
misa vespertina de los domingos de la Catedral.
DeVidas Historias se acercó a este
personaje, reproducimos la entrevista:
DVH: Chechén, ¿Cómo anda? ¿Puedo escribir su historia?
DVH: Chechén, ¿Cómo anda? ¿Puedo escribir su historia?
C: Vino.
DVH: ¿Quién vino?
DVH: ¿Quién vino?
C: Quiero vino.
DVH: Pero…
C: No nada sino.
DVH: No vino no te voy a dar.
C: No nada sino.
DVH: No vino no te voy a dar.
(…)
DVH: Tomá.
C: Una foto, nada más. ¿Te pensás que el Che Guevara fue a sacar fotos a Cuba? No, fue a hacer la revolución. Mirá lo que hago, yo hago la revolución acá. El Che, el más…
DVH: Ok. La foto.
Luego de la profunda y reflexiva conversación mantenida este fue el producto.
C: Una foto, nada más. ¿Te pensás que el Che Guevara fue a sacar fotos a Cuba? No, fue a hacer la revolución. Mirá lo que hago, yo hago la revolución acá. El Che, el más…
DVH: Ok. La foto.
Luego de la profunda y reflexiva conversación mantenida este fue el producto.
Nuestro amigo, el gran Chechén, en su pose más sexy, exclusivamente para DeVidas Historias |
Flaca, alta y de pelos cortos y
canosos. Siempre vestía un camisón, preferentemente azul, que
usualmente lo usaba incorrectamente, por eso solía dejar a la vista
algunas partes íntimas.
Como lo indica su nombre, esta señora era
conocida porque fumaba constantemente, un pucho detrás de otro. Si
te veía pasar con un cigarrillo te pedía que le convides, sino se
las arreglaba para conseguirlo en algún kiosco de manera gratuita.
Otra particularidad la destacaba,
orinaba cualquier lugar y siempre caminaba por la calle, casi
apoyándose sobre los autos estacionados, recta, mirando el piso, su
mano derecha sobre el codo de su mano izquierda y entre sus dedos
mayor e índice: el omnipresente cigarrillo.
Estaba loca, si. O eso era lo que
indicaban los médicos de Salud Mental del Castro Rendón, lugar en
el que vivió durante años. Las malas lenguas de la Ciudad aseguran
que no siempre no estuvo cuerda, sino que los sobrinos la internaron
en el hospital y ahí derrapó.
¿Por qué un familiar haría eso?
Aparentemente era la dueña de numerosas propiedades céntricas de
Neuquén y algunos quisieron acelerar la herencia.
Carina (su paralelo)
Las tardes neuquinas presentan al
centro comercial de la ciudad bastante concurrido. Estoy hablando del
espacio que se encuentra entre las calles Tierra del Fuego –
Leguizamón y Sarmiento/Mitre – Ruta 22, más conocido como 'el bajo'. En ese sector los vecinos sueles sufrir una desgracia: ser las
víctimas de Carina, la tenebrosa vendendora de bolsas.
Ella junto a los muchachos de La Moto
son los vendedores ambulantes más reconocidos de este lugar. De
estatura media, contextura un poco ancha y ojos al mejor estilo Néstor, Carina arrincona a sus potenciales compradores contra las
vidrieras y no los deja en paz.
Existen dos caminos para los vecinos:
aceptás comprar para que deje de seguirte y gritarte o hacés que no
la escuchás y apurás el paso, a riesgo de que ella te culpe en voz
más que alta de que la golpeste o la acosaste sexualmente.
Testigos aseguran que no siempre se
dedicó al rubro de las bolsas, otros prefieren ir más allá y
aseverar que es mentira que no le sube agua al tanque, que en verdad
tiene esposo y dos hijos y que solo actúa para ganarse el sustento
diario.
El Manco (su paralelo)
A diferencia de estos otros personajes
de avanzada edad, El Manco fue un jóven.
También, conocido como
'Muñón', debido a la carencia de su mano izquierda.
Misteriosamente, en el barrio Jardines del Rey, donde vivía,
aseguran que, a pesar de su faltante, manejaba una moto. Incluso,
solía conducirla a elevadas velocidades.
El Manco era conocido porque siempre se
encontraba en lugares céntricos de esta Ciudad: en la Municipalidad,
en Plaza Roca, en Plaza Güemes o en la feria de los artesanos. Pero
por sobre todo, por estar constantemente bajo una actitud sospechosa.
Solía hacer preguntas, en voz baja, como “¿Loco, tenés algo para
la mente?”, “¿Vieja, algo para alegrar el día?”, “¿Algo para sacarse la careta?” o, directamente, "¿Fasito...?
Seguramente, el problema no era su
aparente adicción a la marihuana en si, sino, como muchos jóvenes
neuquinos aseguran era informante, botón, soplón, ortiva, orejero,
cipayo, carnero, vigía de la policia. Recolectaba datos y avisaba
quien poseía o quien distribuía o quien vendía.
El Manco no siempre vivió en Neuquén
Capital. Algunas fuentes coinciden que antes vivía en Allen y luego
en Cipolletti. Pasó por aquí y al tiempo desapareció, seguramente
por las complicaciones que traía que se descubriera su labor.
Apelando al loco ingenio detectivesco
que me caracteriza, El Manco debe estar observando a los muchachos de
Plottier o Senillosa. De todas formas, los principales misterios
nunca pudieron resolverse: ¿Cómo había perdido su mano? ¿Era
pariente de Perón?
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quiero hacer un asado e invitarlo al Chechen.
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