
"Si no lo conoces, no sos de Neuquén" profesa el Facebook en su honor, que tiene más de 2500 fans. Pero para aquellos que no llegaron a tener el placer de cruzárselo por las calles de estos pagos, aquí va su historia… o mito… o leyenda de este personaje de la fauna autóctona neuquina.
Juan Carlos Cabeda nació en el norte argentino, precisamente en Salta. En busca de trabajo llegó al valle con su familia, a laburar en las obras de El Chocón. Mientras dejaba de ser el Juanca, un obrero con el don de tocar el piano, y pasaba a ser El Trépano (apodo que él mismo lo explicaba por sus supuestos dotes sexuales) desaparece de su padre (algunos afirman que abandonó el hogar, otros que murió). Hasta aquí podemos hablar cronológicamente.
Un hombre, cien caras

Se ganó la vida como vendedor ambulante. Primero pasaba en su bicicleta vendiendo huevos, después encendedores, lapiceras… lo que era necesario, incluso se rumorea que también comercializaba ciertas cosas ilegales, pero, como no hay testigos que hayan participado de la transacción, no puedo afirmarlo.
La bicicleta no solo la utilizaba para ganarse unos pesos, también lo hacía para entrenarse. El Trépano fue un gran maratonista. Participó en todas las ‘corridas’ de la zona, pero siempre lo motivó más la que organizaba LU5. Cotidianamente, se lo podía ver corriendo, a veces te saludaba y te decía “bajé los tiempos con estas zapas”.
Si de frases hablamos, sin dudas la más característica fue “¿Qué hacé fierita? ¿Qué apostamos?”. Fue un apostador nato. Sabía de qué club de fútbol era cada canillita, kiosquero, comerciante, panchero o lavacoche. La propuesta de lo que se ponía en juego muchas veces no importaba, iba desde un sándwich de milanesa, una cerveza hasta una noche con la esposa del otro. De todas formas, las que se aceptaban y se cumplían eran las dos primeras.

Todas las frases las decía seguro y serio, lo que era ayudado por su particular “voz de locutor”. Esto, le valió ser columnista de la audición radial Zona Franca de Ultravox. Hablaba de política, economía, actualidad e, incluso, daba consejos sexuales para los hombres.
Llegando al final...
Unos 5 años antes de que partiera de este mundo, al Trépano se lo comenzó a ver bastante mal y descarriló. Muchas veces terminaba siendo internado en Salud Mental del Hospital Castro Rendón. Allá, le daban pastillas y él las pasaba con cerveza de su clásico jarrito de metal, que siempre portaba en la mano, lo que tenía negativas consecuencias. Como muchos afirman “se volvió violento, sin ser malo”, una noche rompió a ladrillazos la vidriera de la panadería céntrica Pirgüi, al grito de “salí hijo de puta, que te mato”.

Murió como vivió: a los golpes. El 27 de octubre del 2010, su hermano lo encontró tendido en su cama, ya sin vida, producto de un fuerte impacto en la cabeza. Los medios de comunicación hicieron su aporte recordándolo, como en la Mañana de Neuquén, como en Río Negro, como en 8300, como en Minuto, como en la página web del gremio ATEN y como en Efecto Tábano, incluso se formó un conjunto musical con su nombre. Cristina tuvo el honor de que su ex esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, falleciera unas horas después que El Trépano. Acá, quedará siempre vivo su recuerdo.
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